Las cabañuelas de los marinos de Canarias.
Las cabañuelas han sido una herramienta fundamental para los campesinos y marineros de Canarias, que pasaban mucho tiempo mirando el cielo; de su discurrir dependía su trabajo y, por tanto, su sustento.
Podemos definir las cabañuelas como indicios o señas que se producen en la atmósfera, en momentos muy puntuales del año, y que nos permiten predecir el tiempo atmosférico que reinará a corto y a largo plazo. No existe una base científica que las sustente; sin embargo, han sido una herramienta fundamental, como ya veremos, para los campesinos y marineros de Canarias, personas que pasaban mucho tiempo mirando el cielo; de su discurrir dependía su trabajo y, por tanto, su sustento.
Cabañuelas existen en muchas regiones del Planeta con una enorme variedad de indicadores susceptibles de ser interpretados como señas climáticas. ASECA es una asociación estatal de personas que interpretan las cabañuelas; cuenta con unos 40 miembros, quienes celebran cada año, en distintas regiones, un Congreso relacionado con este tema.
Para realizar este reportaje hemos hablado con don Horacio Doria Spínola, natural del municipio de Los Silos (Tenerife), quien acaba de cumplir los 70 años, una de las personas que, a nuestro criterio, más conoce sobre cabañuelas y, además, tiene un enorme interés en enseñar a todos los que quieran aproximarse a este apasionante capítulo, tan vinculado a la cultura tradicional: yo no quiero que esto se pierda, me gusta enseñarlas para que permanezcan.
Para poder entender la necesidad de las cabañuelas en Canarias, debemos situarnos en una sociedad campesina y marinera en la que el tiempo atmosférico juega un papel fundamental en el ciclo agrícola y en el faenar náutico. Conocer el tiempo que iba a reinar, en un plazo más o menos largo, permitía saber cuál era el momento apropiado para la siembra o, por ejemplo, de arribar las embarcaciones en los pequeños muelles.
Aprovechamos el mes de agosto para entrevistar a don Horacio, ya que es un mes al que tradicionalmente se le han atribuido las cabañuelas que predecirán cómo será cada uno de los meses del próximo año: no son muy fiables, yo prefiero las trimestrales (...), en agosto las señas se contemplan las 24 horas; el día primero corresponde al mes de enero, el día dos corresponde a febrero y así hasta el día doce, el trece no se cuenta, y después se desandan, es decir, el día catorce es otra vez diciembre, el día quince, noviembre y así hasta el veinticinco de agosto que vuelve a ser enero. Se confronta un día con otro y se saca una media, pero no son muy fiables.
Don Horacio se inició con su padre, don Horacio Dorta Martín, cuando contaba con unos 5 ó 6 años de edad; y éste las aprendió con su abuelo, don Esteban Dorta. Su padre lo llevaba a la costa para conocer el estado de la mar, ya que se dedicaba a traer piedra de cal de Lanzarote y Fuerteventura: era para ver de dónde estaban los tiempos y poder atracar los barquitos en los puertos (pequeños puertos en Los Silos) y descargar las piedras, una a una, a mano, desde el barco hasta las pequeñas embarcaciones que se acercaban para descargar la cal, y desde allí a los hornos de cal, de 70 a 120 toneladas (...) tardaban unos cuatro días.
Su abuelo, don Esteban Dorta, comercializaba con el carbón: mi abuelo lo embarcaba por el puertito de Los Silos hasta Santa Cruz, era carbón del Monte del Agua y Pasos de Los Silos, esto lo hizo desde 1900 a 1930 (...). El depósito de la venta de carbón estaba en la Plaza de Weyler, en frente de la farmacia, hoy edificio Dorta, allí estaba el depósito de carbón. Cuando apareció la refinería desapareció el carbón.
Don Horacio emigró a Venezuela y regresó en 1983, año en el que retomó con mayor interés el tema de las cabañuelas: la persona que más me enseñó fue don Elías, era de Garachico, era un gran interpretador de cabañuelas, fue con quien más aprendí, era marinero de barcos de vela, las sabía muy bien porque trabajaba en el mar, con él aprendí las cabañuelas de los marinos de Canarias; estas son diferentes a todas, son únicas...
Estas cabañuelas marinas se observan cada tres meses, en los cambios de estación: 21 de marzo, 21 de junio, 21 de septiembre y 21 de diciembre; se ven en solo media hora, que va de doce menos cuarto a doce y cuarto de la noche. Por supuesto, se tienen en cuenta los cambios horarios ya que estas señas aparecen en horario solar, por lo que en diciembre y marzo se contemplan a las once de la noche.
Cada una de esas señas nos indican cómo será el tiempo en los tres meses siguientes: se observan en la costa, desde allí vemos el estado de la mar y de la tierra. Todo ello sucede en esa media hora, es decir, cada diez minutos corresponde a un mes; cada minuto a tres días; el margen de error es mínimo (...). el estado de la mar puede cambiar, puede estar bueno y en medio minuto cambia, eso hay que vivirlo.
El interés que ha desatado esta curiosa actividad ha congregado a muchas personas a asistir a tal evento trimestral: hay unas cincuenta personas interesadas, no siempre asisten todas, viene una media de veinticinco personas que me acompañan a ver las cabañuelas de los marinos de Canarias. Nos reunimos una hora antes por fuera de la piscina (Los Silos), después nos vamos hasta El Bahío, ahí es donde observamos. Llevamos un palo con dos o tres cintas amarradas en lo alto —lo inventó un gomero— y esto te da la dirección exacta del viento.
Además de esta observación, a las del 21 de septiembre se les conoce como las de San Mateo; van desde las 8 de la mañana a las 8 de la tarde, y cada hora corresponde a un mes: así las contrasto con las que tengo de agosto y luego asisto a las del 25 de octubre, a las de San Simón, en Sabinosa (El Hierro), que se producen de 11 a 1 de la mañana. Llevo yendo a El Hierro desde hace 15 años, con este son 16, allí ya me esperan.
Sin embargo, la observación no sólo está centrada en esos momentos claves; a lo largo del año acontecen varias señas como las del dicho "la luna de octubre, siete lunas cubre". Esto quiere decir que si en la primera luna del mes de octubre llueve, va a llover las siete primeras lunas siguientes.
La vegetación puede ser igualmente un indicador que nos ayuda a predecir el tiempo. Don Horacio lo aprendió de personas mayores: pero en octubre hay que fijarse en las hierbas que nacen. Si brotan las que más necesitan agua, será un año lluvioso y si nacen las que necesitan poca, el año va a ser seco, la naturaleza es muy sabia; también sabremos si el año será seco si el drago florece pero no las cañaveras...
Antes, todas las personas estaban muy pendientes de los indicadores del tiempo: Todo el mundo cambiaba impresiones, había mucha gente que interpretaba las señas, eso era muy importante para sobrevivir...
Para concluir, don Horacio nos contó una anécdota acaecida hace algunos años en el municipio de Garachico. En las proximidades del muelle de Garachico, el Ayuntamiento estaba construyendo el escenario que debía acoger a los Reyes Magos para la celebración de ese evento tan importante en el pueblo. Don Horacio le dijo al Alcalde que no lo hicieran en ese lugar porque ese año el mar llegaría hasta allí y arrasaría con todo. Efectivamente, el mar batió con fuerza y se llevó la instalación, por lo que a última hora volvieron a ubicarla en otro lugar seguro.
A partir de ese momento, para cada trabajo que se haga en la costa de Garachico, siempre consultan a don Horacio las condiciones en las que se encuentra el mar durante los tres meses siguientes, corno es el caso del nuevo muelle que se está construyendo en la zona de San Roque: y les digo, el mar los va a dejar trabajar...
Artículo publicado en la revista El Baleo, nº 58 de mayo/junio de 2010.