La revista científica "Journal of Volcanology and Geothermal Research" publicará en su próxima edición impresa la última de las investigaciones a las que ha dado pie una de las primeras erupciones monitorizadas en directo a lo largo de todo su desarrollo, que en este caso pone el foco en lo que ocurrió después.
Se calcula que el magma que se acumuló bajo El Hierro en los meses previos a la erupción desencadenó más de 10.000 seísmos, la mayoría de ellos de baja intensidad, y elevó la isla unos cinco centímetros, hasta que toda esa presión encontró una vía de escape bajo el mar de Las Calmas por la que brotaron unos 0,329 kilómetros cúbicos de materiales volcánicos (el volumen estimado de su cono).
Cinco investigadores del Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Islandia y el Centro para la Observación y Modelado de Terremotos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) dan a conocer ahora un estudio sobre las seis reactivaciones volcánicas que se produjeron en la isla ya acabada la erupción, entre junio de 2012 y marzo de 2014.
La primera firmante del trabajo, María Ángeles Benito-Saz, del IGN, ha explicado a Efe que el caso de El Hierro "parece muy excepcional, si no único", porque lo habitual en los volcanes es que la elevación del terreno por la presión del magma bajo el subsuelo ocurra antes de la erupción, para luego reducirse o desaparecer cuando la lava emerge y comienza la fase de "descanso".
Con datos proporcionados por las estaciones sísmicas y de GPS repartidas a lo largo de la isla y los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA), este grupo de científicos ha puesto cifras al magma que quedó bloqueado bajo la isla en esos meses sin llegar a provocar otra erupción: entre 0,32 y 0,38 km3 (el equivalente a todo el agua que puede embalsar la presa de Tous, en Valencia)
En esos meses, el magma fue emergiendo del manto hacia el subsuelo de El Hierro en un intrusiones muy rápidas, seguidas y con mucha energía acumulada, que, por algún motivo, se detuvieron a profundidades de entre 14 y 16 kilómetros. Como resultado, la isla se hinchó literalmente de 20 a 27 centímetros (según zonas) por la presión que ejercía todo ese material fundido y tembló 5.400 veces.
Benito-Saz subraya así la energía que tuvieron esas intrusiones de magma: "Antes de la erupción, se midieron cinco centímetros de deformación, pero en tres meses. En cambio, en esos seis períodos, deformaciones de cinco centímetros se producían en solo dos días".
Sin embargo, no hubo una segunda erupción, ¿por qué? Los científicos que han estudiado el volcán Tagoro han demostrado que el magma se desplazó en horizontal bajo la isla varios kilómetros en los meses previos a la erupción, hasta que uno de los seísmos más potentes que se vivieron aquellos días abrió algún tipo de grieta.
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