Historia de la Red Pluviométrica de la provincia de Las Palmas, (1935-1975)
D. Emilio Fernández González
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Cuando yo me incorporé a la Jefatura de Minas en 1935 existía en la Isla de Gran Canaria tres pluviómetros: Junta de Obras, Hoya de Gamonal y Lomo Arrojadero con una antigüedad desde 1930 y 1924 respectivamente. Aunque ya existían unos pluviómetros desde 1882 en el Colegio de San Agustín se instaló una estación completa por el Instituto Meteorológico de Francia, cuyos datos no están completos y los que se conservan se encuentran en el Museo Canario y comprenden desde 1882 hasta 1895. No volvemos a tener datos hasta 10 años después, teniendo de nuevo datos desde 1905 hasta 1918, siendo hasta 1924 el momento en el que se comience a retomar los datos pluviométricos con los aparatos nombrados al principio del párrafo.
Comuniqué al Jefe de la Jefatura la necesidad de ampliar el número de aparatos argumentando que siendo el agua un problema vital no se entendía como en aquel momento no existía una red pluviométrica para controlar las aguas que corrían por los barrancos, la que se podía perder, la que se infiltraba, etc. Tras la petición nos concedieron diez pluviómetros desde el Instituto Geológico que instalé en El Monte, Arucas, Valleseco, Tamadaba y Cuevas del Pinar; pero siempre con la sensación de que estos diez pluviómetros seguían siendo insuficientes.
Llegó la guerra civil y se dejó de instalar mas pluviómetros. Al finalizar, particularmente hice gestiones en Madrid para conseguir mas aparatos y nos enviaron a cuentagotas otros diez, que se instalaron en Telde (a cargo de la Heredad de Don Manuel Amador Domínguez), Tenteniguada, Tamadaba y distintos lugares de la isla. Estos seguían siendo insuficientes para tener un conocimiento completo de las lluvias de Gran Canaria.
Se hicieron gestiones y se consiguieron diez más que seguirían siendo un número muy por debajo al necesario. En el año 1941 el Servicio Meteorológico instala una red pluviométrica en Gando, y en el año 1948 en Santa Brígida, San Mateo, Valleseco y Galdar. Con motivo de la instalación de estos pluviómetros me pongo en contacto con el Servicio Meteorológico y procedo a instalar los aparatos que había recibido el Jefe provincial de Las Palmas. Esta labor la desarrollo en el año 1949, llegando a los cientos y picos aparatos, cantidad todavía insuficiente para un buen estudio de las lluvias de la isla.
Durante el año 1951 nos envían desde el Instituto Geológico veinte aparatos mas, alcanzando a finales de 1952 una red con 205 pluviómetros.
Los datos eran publicados desde Madrid en el Boletín Meteorológico Nacional. Existían varios boletines en el que aparecen los datos completos de lluvia de cada uno de los lugares de esta isla y los boletines mensuales.
En 1953 dejo la Jefatura de Minas y me incorporo a la Comunidad Quintana y Veneguera a prestar servicios en esta empresa agrícola y hasta 1956 soy sustituido por un compañero y dejo de tener conocimiento del estado de la red pluviométrica. Cuando en 1957 me reincorporo a la Jefatura de Minas compruebo que la red se ha reducido a 105 pluviómetros, muchos de los que aceptaron ser observadores fallecieron, renunciaron o simplemente desaparecieron sus aparatos por los temporales.
En 1948, tras tener unas discrepancias con el Servicio Meteorológico Nacional y abandono la instalación de pluviómetros, quedando la red hasta 1956 paralizada, por esa fecha me pongo en contacto con el Servicio Hidráulico de Las Palmas facilitándome material y medios necesarios para continuar ampliando la red llegando a contar con 254 pluviómetros y hoy con 250. Algunos de ellos se dieron de baja por la falta de un guarda forestal, por ejemplo en el pinar de Inagua, otros por fallecimiento del observador, etc.
Ya con esta red, siendo la mas densa por unidad de superficie de toda España se pueden hacer buenos estudios de escorrentía, infiltración, presas, y cuantas necesidades y asuntos se deriven de la pluviometría de la isla.
Las lluvias es la isla se reparten en varios núcleos importantes: La Retamilla, Montañón Negro, zona alta del Barranco de Balsendero, Cuevas Blancas, Los Pechos, Caldera de los Marteles y el otro en los Pinares de Tamadaba.
El primer núcleo empieza a formarse en el mes de Septiembre, siendo en Octubre cuando se acusan las lluvias. Siendo noviembre y Diciembre las que mantienen los tres grandes núcleos. Según va transcurriendo el invierno el núcleo de Los Pechos y Caldera de los Marteles va desapareciendo y el de La Retamilla se va acercando hacia el norte, es decir, que ya de primavera a verano no llueve mas en la cumbre si no mas bajo, por debajo de las medianías y al final el máximo de lluvias se encuentra en la zona de Montaña alta, el núcleo de Cuevas Blancas a desaparecido totalmente, quedando una gran parte de la isla sin lluvia alguna.
El mapa de Isoyetas representa las lluvias medias de 23 años atrás, las líneas nos ayudan a determinar la cantidad de agua en una cuenca cualquiera y en un lugar cualquiera, hacer los cálculos de escorrentía y determinar la cantidad de agua que se infiltra, determinar el agua que puede ir a parar a una presa, incluso para saber la lluvia de un lugar donde no exista un pluviómetro.
La instalación de la red pluviométrica fue complicada, ya que en aquella época existía un analfabetismo importante; con frecuencia, era imposible instalar un pluviómetro en un lugar muy interesante si en esa zona las personas no sabían ni leer ni escribir. Hoy día la isla de Gran Canaria está llena de carreteras y caminos vecinales, invertí muchas horas para ir a colocar cada uno de los pluviómetros llegando hasta Gugüi, lugar donde hoy día acceder es un problema, Tasarte, Tasartico, Veneguera; no había lugar que yo no recorriera en busca de una persona que quisiera ser observador de un pluviómetro.
Existen muchas anécdotas que me pasaron, entre ellas la siguiente:
Llevaba dos horas explicando a un observador como realizar la lectura en la probeta, aburrido ya de explicar lo que eran décimas, litros y demás. Decidí en desistir de dicha instalación en aquel lugar llamado Ayacata, situado entre Tejeda y San Bartolomé de Tirajana. La señora que escuchó tan atentamente las explicaciones al ver que me marchaba con el pluviómetro me dijo: -cristiano, deje ese aparato ahí, es que mi marido no lo entiende, pero es que usted no lo sabe explicar. Pensé que después de haber instalado ciento y pico pluviómetros, y explicando a la gente como llevar un pluviómetro, y decirme que no sabía explicarlo, me resultó un poco raro. Pero bien, en interés de la red, dejé el aparato y escuché a la señora: -mire, eche usted una cantidad de agua en la vasija. Yo eché una cantidad de agua en la probeta, a continuación me dijo: -ha llovido cuatro litros y siete "arayas". Entonces en la libreta escribió un cuatro, y en vez de poner una coma y el siete, puso siete rayas. La señora siguió con su explicación: - ponga otra cantidad de agua cualquiera. Eché mas agua y me dijo: -ahora habría llovido nueve litros y cuatro "arayas". Y puso cuatro rayas horizontales. Entonces quité agua, quedando nueve décimas, ella escribió: -ahora ha llovido ningún litro y nueve "arayas", ahora coja usted la tarjeta y póngala como usted quiera. Nunca tuve que reclamar una tarjeta de esta señora, lo hizo perfectamente, simplemente tenía que reconstruir la tarjeta que ella me enviaba.